¿Branding bonito o estratégico?
Apr 25, 2025
Cuando la estética mata la estrategia: la anécdota de un cliente mentiroso
Hace siete años, un empresario del sector automotriz se acercó a Nett con una misión clara: expandir su empresa de lo regional a lo nacional.
Tenía una visión ambiciosa: abrir sucursales en ciudades clave de todo México, crear colaboraciones estratégicas, invertir en eventos de alto calibre y dejar de ser “uno más” para convertirse en referente.
Yo estaba convencido.
En las primeras reuniones hablamos de estrategia, de crecimiento, de cómo la marca debía ser la columna vertebral de su nueva etapa. Mapear los puntos de contacto, diseñar una identidad capaz de abrir puertas en la industria y resonar con socios, clientes e inversionistas.
Todo iba viento en popa… hasta que los egos y los gustos personales entraron a escena.
Lo que comenzó como una cruzada estratégica terminó convertido en una pasarela de caprichos visuales.
Cambia el color, ponle más brillo, haz el logo más grande... Y lo peor: cada decisión visual respondía a un antojo personal, no a una necesidad del negocio.
Hasta que me hartó y le tuve que decir que: “Si lo que buscas es complacencia visual, no necesitas una agencia estratégica. Necesitas un diseñador que te diga que sí a todo. Alguien que se convierta en tu mouse.”
Perdí un cliente.
Pero gané libertad.
Y, sobre todo, gané experiencia y reputación que me trajeron mejores clientes: empresarios y líderes que entienden que una marca no está para satisfacer su gusto, sino para abrir mercados, escalar negocios y generar valor real.
¿Por qué es tan importante mantenerte fiel a la estrategia en branding?
Porque cuando cedes ante el ego o el capricho, tu trabajo se vuelve irrelevante. Pierdes la oportunidad de construir algo que trascienda.
El branding estratégico no es cuestión de hacer bonito. Es cuestión de hacer sentido con el negocio y el propósito.
La diferencia entre un diseñador promedio y un verdadero estratega de marca está en su capacidad de comprender el negocio, leer los puntos de contacto, anticipar el comportamiento del cliente y diseñar una identidad que posicione, no nomás que adorne.
Los grandes clientes no buscan portfolios bonitos: buscan resultados, claridad, posicionamiento. Buscan dirección.
El branding de alto impacto parte de la empatía profunda con el negocio del cliente, del análisis de su entorno y de un posicionamiento pensado para diferenciarlo en la mente y en el mercado.
No vendas tu trabajo solo por gustar, véndelo para transformar.
Con el tiempo he entendido que los grandes proyectos no se venden con una imagen bonita, se justifican con claridad estratégica, con una promesa de valor consistente y con sistemas visuales capaces de adaptarse a todos los puntos de contacto, desde el pitch de ventas hasta la experiencia digital y la cultura interna.
¿Por qué debes mantenerte fiel a la estrategia?
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Porque solo así podrás atraer a los mejores clientes, los que invierten y confían.
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Porque te alejas de quienes solo quieren un “servicio” y te posicionas como un socio estratégico.
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Porque el branding que multiplica el valor de un negocio no grita en colores, sino que se ancla en propósito, diferenciación y resultados.
Recuerda no saltarte estos pasos:
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Entiende el negocio.
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Mapea los touchpoints.
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Construye posicionamiento real.
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Diseña pensando en resultados, no en likes.
- Y acompaña a tu cliente en la implementación.
No tienes que aceptar cualquier proyecto.
Elige trabajar solo con quienes entienden que el branding es una inversión, no un capricho.
Porque el verdadero éxito no está en el número de logos en tu portafolio, sino en el impacto real que generas en el negocio de tus clientes y en tu propia carrera como estratega de marca.
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